
El otro día -hoy, ayer, y el día antes de ayer- pensaba en las cosas que me hacen feliz, y lo mejor fue descubrir que no son cosas, sino actos, personas, momentos, recuerdos; instantes pequeños o fugaces que por muy insignificantes que parezcan, permanecen en una parte que no logro ubicar dentro de mi.
También pensaba en las formas en que buscamos esa felicidad, a veces sin importar mucho lo que se deja atrás para tenerla, sentirla, acariciarla en tiempos y poco a poco, con ternura, con entrega; porque cuando llega se sabe que hay que cuidarla, abrazarla, aunque se sepa que un día también se irá.
Y a pesar de que no permanezcan, la gente, los momentos, los instantes y los recuerdos; gracias, siempre gracias por ellos. Todos ellos.
Amemos, amemos un chingo sin importar lo malo en los otros, lo cruel del mundo, lo insoportable de existir y lo inevitable en sentir.
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